Jugar implica toda una serie de beneficios para los niños. No hay que olvidar que el juego es importante para la diversión de los pequeños pero también para su aprendizaje. Pero ¿qué ocurre con los juegos en familia?
Cuando los niños juegan aprenden a “conocer, respetar y cumplir normas, a ganar y a perder (y por lo tanto a controlar su frustración), trabajan la empatía, la gestión de las emociones, desarrollan habilidades en el ámbito de la comunicación (habilidades de conversación, de expresión, comunicación no verbal…), trabajan en equipo (se ponen de acuerdo para llegar a un consenso, aceptan opiniones de los demás, toman decisiones…), fomentan su creatividad, aprenden de los errores y refuerzan su control de la atención”. María Díaz-Borrego, psicopedagoga y maestra de educación especial, explica así todos los beneficios del juego para los pequeños.
Sin embargo, cuando hablamos de los juegos en familia, todos estos aspectos se ven ampliados: “Si todas estas habilidades, que ya son implícitas en cualquier juego, son además potenciadas y fomentadas por los padres, los beneficios del juego se multiplican”, explica la experta.
Y es que los juegos en familia suman a todo lo anterior otros aspectos esenciales para el desarrollo de los niños: “Refuerzan las relaciones familiares, que servirán de base para las futuras relaciones sociales de los niños en otros contextos (las formas de hablarse, de respetarse, de disfrutar juntos…); crean vínculos afectivos entre los miembros de la familia: se conocen mejor entre ellos y nace esa “necesidad” y esas ganas de querer pasar tiempo juntos; a nivel de educación familiar, se establece un patrón educativo adecuado por parte de los padres; se pasa más tiempo juntos, mejorando la calidad de ese tiempo en familia; se refuerza la autoestima en los hijos, lo que les aporta más seguridad y, por último, y no menos importante, se disfruta juntos”.
En Simba somos conscientes de todo ello, por eso apostamos por los juegos en familia con Simba Family Experience, una amplia gama de productos con los que disfrutar entre padres e hijos, hermanos, etc.
Además, esta psicopedagoga aboga por romper, de vez en cuando, la rutina habitual de las familias, donde prima el cumplimiento de horarios y hay poco margen para la improvisación. Aunque las actividades extraescolares, los deberes, las tareas de casas, etc. son aspectos importantes, “también lo es dedicar un tiempo al juego donde el clima es más tranquilo y relajado”. Esto “aporta beneficios para todos los miembros de las familias, no sólo para los hijos”. Por ello, es recomendable “aprovechar para jugar cualquier momento o situación del día a día, no hace falta que siempre sea un juego estructurado y con unas normas previamente establecidas”.
¿Estamos dispuestos a divertirnos juntos en familia?